sábado, 19 de noviembre de 2016

Teorías de la administración. Tendencias contemporáneas

Teorías de la administración. Tendencias contemporáneas

Evolución de la escuela clásica

Algunos autores denominan escuela neoclásica al conjunto de teorías que evolucionaron de la escuela clásica de Taylor, Fayol y Ford. Es una designación que abarca contribuciones distintas, creadas a partir de la década de 1920 y que se concentraron básicamente en la estructuración y la administración de las grandes corporaciones en aquella época. Comenzaremos este capítulo con el estudio de las mismas, clasificadas de acuerdo con los siguientes temas:
 • Estructuración de las grandes corporaciones.
 • Evolución del proceso administrativo.
• Administración por objetivos.

ESTRUCTURACIÓN DE LAS GRANDES CORPORACIONES

Los administradores de las empresas que se crearon en la transición al siglo XX percibieron que para crecer y aprovechar las oportunidades de mercado era necesario ir más allá de la organización de la línea de montaje y de la eficiencia operativa de las fábricas. Esas compañías requerían estructuras organizacionales para administrar la totalidad de las fábricas, una estrategia y sistemas de evaluación del desempeño global. Dos empresas —DuPont y General Motors— fueron pioneras en la propuesta de soluciones para esos nuevos problemas. Dichas soluciones contribuyeron a finalizar el modelo de la gran corporación, que dominaba el escenario de los negocios desde principios del siglo XX.
 La compañía DuPont intentó ampliar los conceptos de Taylor, buscando desarrollar una forma de medir el desempeño global de la empresa y no sólo la eficiencia fabril. De 1902 a 1904 su presidente, Pierre du Pont, reestructuró la firma: creó una estructura organizacional jerárquica y centralizada, además de desarrollar técnicas sofisticadas de administración financiera y previsión de ventas. Ya en 1903, DuPont había creado el concepto del rendimiento de la inversión; alrededor de 1910, contaba con objetivos y políticas uniformes y tenía prácticas de desarrollo de ejecutivos.
La experiencia de DuPont se transfirió a General Motors (GM). En 1914, Pierre du Pont se convirtió en accionista mayoritario de GM para rescatarla de la quiebra. En 1923, Alfred Sloan fue nombrado presidente de la empresa; de inmediato decidió resolver dos problemas críticos para superar a Ford y tener éxito en la producción en masa:
1. En primer lugar, era necesario profesionalizar la administración. 
2. En segundo lugar, era necesario modificar el producto básico de Ford para que pudiera servir “a cualquier bolsillo y propósito”.
 Para hacer frente a esos problemas, Sloan creó divisiones descentralizadas y las transformó en centros de utilidades. Algunas producían automóviles para cada tipo de bolsillo: Cadillac, vehículos de lujo; Chevrolet, autos populares. Otras divisiones producían componentes, como baterías, cajas de dirección y carburadores. Las oficinas generales administraban las divisiones con base en objetivos. A intervalos regulares, Sloan y sus ejecutivos exigían informes detallados sobre ventas, participación en el mercado, existencias, ganancias y pérdidas, y presupuestos de capital. 
Sloan había introducido en la empresa el concepto de administración y operación descentralizadas, con planeación y control centralizados. De esa forma, GM se convirtió en un conglomerado multidivisional, cuyas unidades crecían sin las limitaciones de la estructura funcional clásica. Alfred Sloan también creó el concepto de administración por objetivos, aunque no utilizó ese nombre, que fue inventado por Peter Drucker (1909-2006). Las ideas de Sloan se implantaron en la década de 1920 pero se divulgaron por completo en la década de 1960, cuando escribió sus memorias, cerca ya de los 90 años. En 1964, Drucker había divulgado su versión de esas estrategias, que entonces fueron copiadas por los ejecutivos de otras grandes empresas. Sloan y Pierre du Pont habían creado el modelo de la gran corporación, con algunas ideas prácticas de gran alcance. Todavía faltaba una teoría general para administrar no sólo esas grandes empresas, sino también cualquier tipo de organización. Estudiemos ahora cómo se desarrolló esa teoría.

EVOLUCIÓN DEL PROCESO ADMINISTRATIVO

Con la expansión de la actividad industrial y el crecimiento en el número y tamaño de las organizaciones, surgió la necesidad de administrarlas con éxito. Algunos autores percibieron esa necesidad y trabajaron en el desarrollo de una teoría de la administración general, que debía hacer énfasis en los aspectos más importantes de la administración global de una empresa grande y, al mismo tiempo, orientar el trabajo de los ejecutivos de primer nivel y de los gerentes intermediarios. Tal esfuerzo resultó en la definición de la administración que se estudia en la actualidad. En esa definición, administrar es un proceso que consiste en tomar decisiones de planeación, organización, etcétera. También permite clasificar otros conceptos, como la estrategia dentro de un esquema general. Es una definición sencilla pero poderosa, que hace posible estudiar y practicar la administración en forma lógica.
Fayol fue pionero en la propuesta de esa definición. Desde entonces existen por lo menos cuatro versiones principales de la definición del proceso de administrar:
I.                    Henri Fayol (1911): Planeación, organización, dirección, coordinación y control.
II.                  Luther Gulick (1937): Planeación, organización, asignación de personal, dirección, coordinación, información y control, y elaboración de presupuesto.
III.                Autores de la década de 1960 en adelante: Planeación, organización, liderazgo y control.
IV.                Autores orientados a la administración de proyectos, a partir de 1969: concepto básico del proyecto, planeación, ejecución, monitoreo y control, y finalización del proyecto.

ADMINISTRACIÓN POR OBJETIVOS

La administración por objetivos (APO) es una expresión acuñada por Peter Drucker (1909-2006) en 1955, en su libro La práctica de la administración. La APO es un procedimiento que se sugiere para aplicar en la práctica el proceso de planear, organizar, ejecutar y controlar. En su obra, Drucker hizo énfasis en la necesidad de definir objetivos y evaluar resultados en áreas clave del desempeño, como participación en el mercado, innovación, productividad, rentabilidad y resultados de los gerentes y de los trabajadores.
La base de la APO es el proceso en el que participan el jefe y su equipo. Dicho proceso participativo sustituyó al proceso jerárquico, en el cual el jefe sólo definía los objetivos y los transmitía a través de la cadena de mando, para después evaluar el desempeño del equipo. En la década de 1950, cuando estaban vigentes las estructuras y los componentes jerárquicos, la APO surgió como un mensaje en favor de los métodos participativos. En las décadas de 1960 y 1970 tuvo mucho éxito, pero su popularidad como sistema para la implantación de estrategias declinó en los años siguientes.
Sin embargo, en cualquier sistema de administración continúan vigentes los tres principios de la APO, que se analizan a continuación.
I.                    Objetivos específicos. En primer término, se identifican las llamadas áreas principales de resultados (o desempeño) de un equipo o unidad de la organización. Por ejemplo, para un equipo de ventas, el volumen de ventas y la cantidad de contactos hechos con clientes potenciales son áreas principales de resultados. En seguida se establecen objetivos (como aumentar las ventas 7% o conseguir una venta en por lo menos cada 10 contactos). Los objetivos siempre deben definirse en forma específica y mensurable.

II.                  Tiempo definido. Se define un plazo específico para la realización de los objetivos, con plazos intermedios para revisar el desempeño del equipo.

III.                Retroalimentación sobre el desempeño. A lo largo del periodo establecido para la realización de los objetivos se evalúa el desempeño del equipo. Al final del plazo se define un nuevo plan de acción para el periodo siguiente. En caso de que el desempeño del equipo haya sido el esperado, el plan de acción puede completarse con algún tipo de refuerzo, como un programa de capacitación.

Escuela de calidad

La escuela de calidad surgió en la década de 1920 y tuvo un desarrollo paralelo al de las demás escuelas hasta mediados del siglo XX, cuando se unió a otros conceptos y se convirtió en un enfoque sistémico. Los episodios principales de este desarrollo son los siguientes:
A principios del siglo xx, la producción en masa hizo necesario producir piezas en grandes cantidades, como tornillos prácticamente idénticos, de modo que cada uno pudiera montarse en cualquier producto en forma indiferente. La calidad era entonces, como siguió siendo hasta mediados de ese siglo, una cuestión de uniformidad. Administrar la calidad significaba controlar la calidad para detectar productos o servicios defectuosos. Como no era posible inspeccionar todos los millones de piezas producidas, se inventó el muestreo. El control de calidad se sistematizó y comenzó a recibir la aplicación de la estadística. El pionero de esa aplicación fue Walter A. Shewhart, quien en 1924 preparó el primer borrador de lo que se conocería como la carta de control, una herramienta que hasta la fecha se utiliza en gran medida.
El control estadístico de la calidad no garantizaba la calidad de los productos y servicios inspeccionados; sólo detectaba los defectos. Probablemente, cuando se oía anunciar “aprobado por nuestro control de calidad”, la conclusión era “no se encontró ningún defecto” o “los productos defectuosos se separaron y sólo se están vendiendo los mejores”.
La Segunda Guerra Mundial fue el gran impulsor del control estadístico de la calidad. Al necesitar grandes cantidades de objetos con elevados patrones de calidad, las Fuerzas Armadas estadounidenses adoptaron procedimientos científicos de inspección por muestreo e instituyeron un programa de capacitación, destinado al personal de la industria bélica y a los compradores del ejército. Esos cursos se difundieron de inmediato, atrayendo a numerosos profesores universitarios que deseaban prepararse para dar clases de control de calidad. Una de las figuras importantes de ese movimiento fue William Edwards Deming, quien se convertiría en un gurú de la calidad en la década de 1980 y quien se hizo famoso cuando se supo que él había sido el responsable de ayudar a establecer una cultura de la calidad en Japón, a mediados del siglo xx.

LA CALIDAD TOTAL DE FEIGENBAUM

En la década de 1960 Armand Feigenbaum, quien creó el concepto de Control Total de la Calidad, propuso otras contribuciones importantes sobre la administración de la calidad:
• La calidad no sólo consiste en controlar la uniformidad de los productos, de acuerdo con especificaciones creadas por los ingenieros. La calidad es una cuestión de satisfacción del cliente. Después de eso, la calidad se construye paso a paso, en los procesos de desarrollo de los proveedores, la producción, la distribución, las ventas y la asistencia técnica. 
• La calidad tiene que estar integrada en el producto o servicio desde el comienzo, a partir de los deseos e intereses del cliente. Lo importante es garantizar la calidad durante todo el proceso y no sólo detectar los defectos al final de la línea de producción. Con una filosofía de garantía de la calidad a lo largo del proceso, los productos y servicios llegarían al final prácticamente sin defectos. 
• Construir y mejorar la calidad no sólo depende de ingenieros y especialistas en el control de la calidad. Todos en la empresa son responsables de ella, desde las personas que se encuentran en la parte inferior de la jerarquía hasta el presidente.
• Esa responsabilidad de todos respecto de la calidad y la garantía de la calidad de los productos y servicios, desde el inicio hasta el final del proceso, exige un enfoque sistémico para integrar las acciones de personas, máquinas, información y todos los demás recursos que involucra la administración de la calidad. Toda empresa debería tener un sistema de calidad, con estándares, normas, especialistas, manuales, instrumentos de medición, etcétera.

LA CALIDAD TOTAL DE ISHIKAWA

 Kaoru Ishikawa es otro especialista que trabajó con el concepto de calidad total. Según este autor, el desarrollo de los principios y las técnicas de calidad total tuvo su propia evolución en Japón, hasta encontrarse con las ideas de Feigenbaum.
Ishikawa fue el creador de los círculos de la calidad, o círculos de control de la calidad, una de las formas de poner en práctica la concepción japonesa de la calidad total. El círculo de la calidad consiste en un grupo de voluntarios de un mismo sector o área de trabajo que se reúnen con regularidad para estudiar y proponer la solución de problemas que comprometan la calidad y la eficiencia de los productos. Esa idea se diseminó rápidamente, primero en Japón y después en otros países.
Al final, la administración de la calidad combinó las propuestas de Feigenbaum y de Ishikawa: la calidad es una responsabilidad de todos, coordinada y orientada por una gerencia de calidad. Más tarde, la amplitud de los conceptos y técnicas hizo que la expresión evolucionara hacia la administración de la calidad total (TQM, por sus siglas en inglés).

ASEGURAMIENTO DE LA CALIDAD

 Entre las décadas de 1970 y 1980, las técnicas de control de calidad y los principios de administración de la calidad, que ya habían evolucionado hacia la filosofía de la calidad total, se extendieron por todo el mundo. Una de las ramificaciones exitosas de esa expansión fue la idea del aseguramiento o garantía de la calidad.
 A medida que se vieron obligadas a mejorar la calidad de sus productos y servicios, muchas grandes empresas industriales advirtieron que también eran responsables de la calidad de sus proveedores. El control de la calidad de materias primas y componentes lo realizaba el comprador, que tenía entonces el doble trabajo (y los costos correspondientes) de velar por su propia calidad y la de sus proveedores. Algunas grandes empresas montadoras de productos finales decidieron entonces instituir programas de aseguramiento o garantía de la calidad (o bien, calidad asegurada o garantizada).
Mediante un programa de garantía de la calidad, una empresa cualquiera, en una cadena de producción, busca mejorar y controlar la administración de la calidad de sus proveedores, y no la calidad de sus productos y servicios. La empresa compradora empieza a exigir que sus proveedores tengan un departamento de calidad, especificaciones precisas  para todos sus productos, sistemas y métodos de medición, procedimientos explícitos para lidiar con defectos, etc. Es decir, exige que su proveedor tenga un sistema de calidad porque así garantiza la calidad de los productos y servicios, y no espera a la inspección. La firma compradora puede entonces reducir al mínimo o bien prescindir de la inspección de la calidad de los productos que vienen de fuera.

Auditoría del sistema de calidad

 Para asegurarse de la garantía de calidad de su proveedor, la empresa compradora audita el sistema de éste. Los auditores visitan sus instalaciones e inspeccionan su sistema de calidad, con base en una lista de preguntas o criterios (o manual de evaluación). La inspección sirve para decidir si un proveedor está en condiciones de continuar como tal y también para elegir nuevos proveedores.
En un inicio, cuando se instituyeron los programas de garantía de calidad, los manuales de evaluación también tenían un papel orientador, debido a que muchas grandes compañías los entregaron a los proveedores seleccionados avisándoles que, después de cierto tiempo, se les evaluaría con base en los criterios de dichos manuales. De este modo, la empresa compradora estaba dando a los proveedores un plazo para que intentaran ajustarse a las exigencias del manual de evaluación.

Normas ISO

La Organización Internacional para la Estandarización (ISO, por sus siglas en inglés) es un organismo privado, sin fines de lucro, que se creó en 1947 y tiene su sede en Ginebra.
En 1987, la ISO puso en vigor manuales de evaluación de los sistemas de calidad, llamados Normas ISO serie 9000, sintetizando diversas normas nacionales ya existentes que regulaban las relaciones entre proveedores y compradores. Las Normas ISO 9000 fueron adoptadas por algunos países, en especial de la Unión Europea, para reconocer a las empresas de los proveedores internacionales. De este modo, esas naciones adoptaron procedimientos de calificación de los proveedores de otros países a fin de garantizar la calidad de los productos importados. La inspección de la adopción de Normas ISO corre a cargo de empresas y despachos internacionales de certificación, los cuales son contratados y ofrecen los certificados de conformidad.
En vez de crear sus propios manuales de evaluación de proveedores, algunas grandes empresas prefieren usar las Normas ISO. En el año 2000, ISO publicó una versión mejorada de las Normas 9000.

Modelo japonés de administración

La historia de la administración de la calidad total se confunde a menudo con la del modelo japonés de administración. De hecho, este último modelo es una combinación de los principios y las técnicas de la calidad total, de la administración científica y de las tradiciones culturales japonesas.
El desarrollo de ese modelo es una historia que comienza en la década de 1950, cuando la economía japonesa se encontraba debilitada y Toyota, una empresa pequeña, tenía un programa de producción de 1,000 automóviles por mes. Si fabricaba más, no lograría venderlos. Qué diferencia respecto de la situación existente a principios del siglo xxi, cuando Toyota era la segunda mayor fabricante del mundo, sólo detrás de General Motors y casi llegando al primer lugar.
¿Cómo fue eso posible? A mediados del siglo xx, accionistas y ejecutivos de Toyota crearon el Sistema Toyota de Producción con base en dos principios: eliminación de desperdicios y producción de vehículos con calidad.

ELIMINACIÓN DE DESPERDICIOS

 El primer componente del Sistema Toyota de Producción, que dio origen al modelo japonés de administración, es la eliminación del desperdicio de esfuerzos, materiales, espacio y tiempo.
En primer lugar, esto se logra mediante la aplicación de las técnicas de racionalización del trabajo creadas por el movimiento de administración científica. Kaizen es la palabra japonesa que significa “mejoramiento continuo”. Se utiliza para designar los esfuerzos sistemáticos de reducción de desperdicios puestos en vigor por el procedimiento que inventó Taylor: análisis de una tarea, propuesta de un modo más eficiente de realizarla e implantación de la tarea modificada.
Otra herramienta para combatir el desperdicio es la producción justo a tiempo, es decir, “en el momento preciso”. Solamente se produce lo que se necesita, en el momento adecuado, no antes ni después. Eso evita la acumulación de existencias y elimina los costos de retraso y almacenamiento.

PRODUCCIÓN CON CALIDAD

 Después de los desperdicios, la segunda inconveniencia que Toyota procuró evitar fue la manera tradicional de enfrentar los problemas del proceso productivo. En el sistema Toyota los defectos se tratan en forma exhaustiva, atacando sus causas, para reducirlos al mínimo.
En primer lugar, los trabajadores recibieron la instrucción de parar la línea de producción cada que encontraran un problema que no pudieran resolver. En segundo lugar, deberían analizar de manera sistemática cada error, preguntándose sucesivamente “¿por qué?” hasta llegar a la causa fundamental. A ese procedimiento se le llamó de los “cinco por qué”.
En un principio, cuando se instaló ese procedimiento, la línea de producción se paraba a todas horas. Sin embargo, a medida que se corregían las causas fundamentales de los problemas, éstos disminuían en forma drástica, al grado de que la proporción de vehículos fabricados respecto de la producción prevista se aproximó a 100%; es decir, los problemas prácticamente desaparecieron.

PRODUCCIÓN ESBELTA

Otras empresas de Japón adoptaron rápidamente las técnicas desarrolladas en Toyota. En este proceso de diseminación se agregaron nuevos ingredientes, originando un conjunto de soluciones que se llegó a conocer como modelo japonés de administración. A esas técnicas y soluciones también se les denominó sistema de producción esbelta, debido a su orientación hacia la economía de recursos. Posteriormente, la idea central de la producción esbelta —la eliminación de desperdicios— tuvo un mayor alcance y llegó a toda la administración de la empresa. En la década de 1990, la expresión empresa esbelta pasó a formar parte del vocabulario de la administración, ya como un elemento que integra los llamados nuevos paradigmas de la administración.

Calidad de vida en el trabajo

 La idea de la Calidad de Vida en el Trabajo (CVT) se basa en el llamado enfoque biopsicosocial, el cual afirma que la salud no es sólo ausencia de enfermedad, sino también un bienestar biológico, psicológico y social. Esta definición, adoptada por la Organización Mundial de la Salud (OMS) en 1986, abre espacio para la comprensión y administración de factores psicosociales en la vida moderna, sobre todo en el ambiente de trabajo. Uno de esos factores es el estrés.
Las teorías convencionales de la motivación se preocupan de modo predominante por la satisfacción de las personas, sin abordar el estrés de manera explícita. Sin embargo, la correlación entre estrés y trabajo es evidente. Las actividades que requieren un esfuerzo físico exhaustivo, que son enajenantes o que se llevan a cabo en un ambiente de tensión, producen efectos psicológicos negativos, aun cuando la persona esté físicamente bien. El estrés depende de la capacidad de adaptación, que implica el equilibrio entre la exigencia propia de la tarea y la capacidad de la persona que la lleva a cabo. El equilibrio produce bienestar. Sin equilibrio, surgen diferentes grados de incertidumbre, conflicto y sensación de desamparo. El equilibrio, o desequilibrio, puede provenir no sólo de la tarea, sino de un determinado acontecimiento. Una situación de crisis económica y la perspectiva de pérdida del empleo dejan a las personas en un estado de gran tensión. Ese y otros problemas que resultan de la situación y del ambiente de trabajo son tan serios que algunas empresas invierten en apoyo psicológico para sus ejecutivos.
Además del enfoque biopsicosocial, el concepto de CVT se basa en una visión ética de la condición humana. La ética, como base de la CVT, procura identificar, eliminar o, por lo menos, minimizar, todos los tipos de riesgos ocupacionales. Eso implica desde la seguridad del ambiente físico hasta el control del esfuerzo físico y mental que se requiere para cada actividad, así como la forma de manejar situaciones de crisis que comprometan la capacidad de mantener salarios y empleos.

Aprendizaje organizacional

 Una idea interesante e importante que se desarrolló en la transición hacia el siglo XXI es el aprendizaje organizacional, que consiste en el proceso colectivo de adquisición de competencias para enfrentar nuevas situaciones y resolver problemas. Como el ambiente de las organizaciones es dinámico y presenta nuevas situaciones en forma continua, es esencial adquirir nuevas competencias para sobrevivir.
Lo que posibilita el aprendizaje organizacional es el proceso de la toma de decisiones. Quienes toman decisiones aprenden a medida que progresan en la solución de problemas. La forma más avanzada de aprendizaje es aquella en la cual la organización, además de detectar y corregir errores, cambia las normas, políticas y objetivos que los causaron.
Peter Senge es un investigador que defiende la idea de que, para tener éxito, las organizaciones deben lidiar con el cambio continuo y convertirse en organizaciones en aprendizaje.
Para poner en práctica el aprendizaje organizacional, Senge propone cinco disciplinas:
• Dominio personal. Las personas deben intentar tener el más alto nivel posible de control sobre ellas mismas. El autocontrol o disciplina personal significa la capacidad de que los individuos se entiendan a sí mismos y tengan claridad respecto de sus objetivos. El aprendizaje personal es la base del aprendizaje organizacional porque las organizaciones no logran aprender más que sus integrantes. Sin embargo, son pocas las que estimulan la autodisciplina. Como resultado, se convierten en enormes repositorios de energía humana y potencial de aprendizaje que no se logra desarrollar.
• Modelos mentales. La segunda disciplina comprende el cuestionamiento de los modelos mentales implícitos de los miembros de la organización. Estos modelos son creencias, actitudes y percepciones respecto de clientes, productos, entorno, funcionarios y otros aspectos de la organización. Los modelos mentales se transforman en hábitos que difícilmente se cuestionan y mucho menos se abandonan. No obstante, el éxito de la organización depende de su capacidad de ver las cosas de manera diferente y de cambiar costumbres y procedimientos arraigados en su cultura.
• Visión compartida. La tercera disciplina se refiere el entendimiento común respecto del futuro de la organización. La visión no es una posición artificial contenida en manuales. Una visión genuina y aceptada por todos los miembros es una de las claves del éxito de la organización.
• Aprendizaje en equipo. En un entorno de cooperación, el grupo de trabajo puede ser más que un mero agrupamiento de individuos. El potencial de sinergia se desarrolla, lo que hace posible que el grupo sea más inteligente que cada uno de sus integrantes en forma individual. Para que la inteligencia grupal se materialice, la cooperación debe sustituir las guerras entre los feudos organizacionales.
• Pensamiento sistémico. Se trata de la quinta disciplina, que integra las anteriores. Para Senge, es necesario razonar de manera sistémica en vez de sólo ver aquello que se encuentra más cerca del observador. Senge ilustra el principio del pensamiento sistémico con el caso de una compañía aérea que creció en forma espectacular durante seis años, al final de los cuales fue comprada por otra debido a una pérdida irrecuperable. La empresa creció con tanta celeridad que no pudo darse cuenta de que ciertos objetivos eran incompatibles (por ejemplo, fuertes inversiones en la innovación y la rentabilidad). En resumen, no logró aprender con la propia experiencia.

Administración emprendedora

Alrededor de la década de 1980 se hizo evidente que las grandes empresas tenían que renovarse o morir. La innovación, el riesgo y la creatividad debían sustituir las estructuras y los comportamientos burocráticos. Al mismo tiempo que ponían equipos autodirigidos a cargo de las líneas de montaje, las compañías buscaban un nuevo tipo de gerente. Surgió el concepto de “intraemprendedor” o emprendedor interno, que propone y lleva a cabo ideas nuevas y asume la responsabilidad de crear las innovaciones dentro de la organización.
La escuela de administración emprendedora se estableció como una tendencia en la gestión de algunas organizaciones, que intentaban poner en práctica los siguientes principios:
• Valoración e incentivo a comportamientos como iniciativa, responsabilidad y decisión.
• Flexibilidad en el uso del tiempo y de los recursos organizacionales.
• Tolerancia a los fracasos y errores.
• Posibilidad de formación de equipos multifuncionales para explorar oportunidades y proyectos.
Los autores que escribieron sobre la capacidad empresarial interna explicaron que no era necesario abandonar la empresa para convertirse en emprendedor. Sin embargo, los emprendedores valoran su propia autonomía y no les gusta ser empleados. Las organizaciones que reconocieron esa característica de comportamiento de los emprendedores también implantaron estrategias para retenerlos, por medio de programas como la participación en los resultados.

Administración del conocimiento

 La búsqueda de mecanismos para administrar el conocimiento en las empresas representa una nueva frontera de la teoría y la práctica de la administración. El conocimiento, que es un activo intangible, “se convirtió en el factor más importante de la vida económica, en el principal ingrediente de lo que compramos y vendemos, en la materia prima con la que trabajamos”.
Algunos autores afirman que el conocimiento será la principal ventaja competitiva de las empresas durante muchos años del siglo xxi. Eso es cierto en particular para las firmas que trabajan con grandes volúmenes de información técnica: empresas financieras, compañías de análisis de crédito y organizaciones de investigación y desarrollo, entre otras.
El concepto de capital intelectual es medular en el modelo de administración del conocimiento. El capital intelectual es el conjunto de los conocimientos que existen en una empresa. Se encuentra:
• En las personas, quienes cuentan con conocimientos que adquirieron en su formación escolar y en sus experiencias cotidianas. A dichos conocimientos se les conoce como capital humano.
• En los bancos de datos, rutinas, procedimientos, software, procesos, marcas, tecnologías, patentes y otras formas de saber cómo actuar. A esos conocimientos se les llama capital estructural.
La administración del conocimiento es una tendencia importante en muchas organizaciones, que utilizan sistemas de registro y recuperación de reconocimiento. Esos sistemas permiten analizar y archivar las “lecciones aprendidas” en proyectos concluidos y en la relación con los clientes. También es posible analizar los puntos fuertes y débiles en los conocimientos de la organización y, de esa forma, lograr la administración estratégica del conocimiento.



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